
LA EXPERIENCIA DE CUBA ORIENTAL
- Fecha 26 de mayo de 2025
UN CAMBIO DE PARADIGMA QUE DIOS ESTÁ GUIANDO POR SU ESPÍRITU
– por Joel Gutiérrez
La Asociación Convención Bautista de Cuba Oriental tiene unas 700 iglesias. Este dato varía constantemente, porque hay iglesias sumándose a cada rato y también por la migración en el interior del país, donde hay pueblos enteros e iglesias que desaparecen en consecuencia al moverse sus habitantes.
De esas 700 iglesias, hay unas 50 iglesias “históricas”. El gobierno cubano llama con este nombre a las iglesias que se formaron antes de 1959, es decir, antes del triunfo del comunismo, y son las únicas con ciertos “derechos”; por ejemplo, el derecho a ser consideradas “iglesias” de manera oficial, tener un templo o un lugar de reunión, una cuenta bancaria, etc. Algunas de estas iglesias tienen entre un siglo de fundada y setenta años. Pueden estar entre las más tradicionales de la Asociación, sin interés de moverse del modelo de cristianismo occidental. Otras se han movido y convertido en lo que se ha llamado “iglesia sombrilla”, dado que tienen locales, ciertos derechos de reunión, pueden dar talleres, pedir visas religiosas, etc. Son iglesias que sirven como centros de recursos para las otras provenientes de Movimientos de Plantación de Iglesias (MPI), brindando sus locales, capacitación, y “protección” legal a las nuevas congregaciones que nunca tendrán reconocimiento formal.
Del resto de las iglesias, más de 600 surgieron después de la década de 1990 en movimientos de “Casas-Cultos”, iglesias caseras que se reúnen en casa de un anfitrión (un hogar). Las dificultades de transporte y de poder viajar a las cabeceras municipales y provinciales donde estaban las iglesias históricas, debido a la crisis de ese entonces, provocó el nacimiento de la “Casa-Culto” y un crecimiento explosivo en la Asociación.
Dentro de ese grupo de 600 iglesias nacidas en los últimos 30 años también están las más recientes. Hijas de movimientos de plantadores de iglesias, algunas iglesias celulares (sin templo nunca), otras reuniéndose para una celebración mensual bajo un árbol, pero casi siempre sin más recursos que la “congregación” misma.
No obstante, la iglesia “nuestra” siempre tiende a “institucionalizarse”, es decir, tener un local, aunque sea un techo de zinc o un garaje en casa de un anfitrión, pues en Cuba es casi imposible alquilar un local para ninguna actividad religiosa. La casa de mis padres fue “Casa-Culto” y mis padres fueron anfitriones por más de 15 años.
Estas 700 iglesias son atendidas por unos 280 pastores y el resto son misioneros al frente de las iglesias; es decir, hay más del doble de misioneros que pastores oficiales.
En agosto del 2014 fui invitado a pastorear La Primera Iglesia Bautista de Guantánamo, en el este de Cuba. Una de las iglesias más antiguas del país, con 127 años de existencia. Era todo un reto para mí, por varias razones. Algunos de los más prominentes pastores y líderes de la asociación pastorearon la iglesia antes que yo, en ministerios largos y estables que dejaron una huella en la congregación y en la comunidad.
En el proceso de solicitar al nuevo pastor, decidieron que querían a alguien con alguna experiencia ministerial, pero aún joven, con la fuerza para llevar adelante sus ideas. En otras palabras, no querían retirar a su pastor en un fututo cercano.
También elaboraron un reglamento que regulaba con claridad muchos aspectos de la vida de la iglesia. Así fue que acepté el pastorado de la congregación, con unos veinte años en promedio más joven que mis predecesores.
En los siguientes seis meses, constantemente alguno que otro hermano me llamaba para recordarme que había violado el reglamento número tal. Por ejemplo, había movido el púlpito del centro de la plataforma, cuando el reglamento prohibía hacerlo, pues la Palabra de Dios debía ser central. Al decir esto, lo hago con total amor a mis hermanos y a la congregación, entendiendo que al final ellos solo repetían lo que alguien les enseñó. Pero me resultaba muy difícil entender que relación tiene el ser fiel a la proclamación del evangelio con el lugar exacto que ocupaba el púlpito en la plataforma.
Esa misma variedad de opiniones y diferencias en cuanto al ser y hacer iglesia estaba presente en el liderazgo de la congregación y era evidente en nuestras reuniones y contactos de trabajo. Igualmente, había muchas cosas buenas que hacían, aunque no podían fundamentar el por qué las hacían.
Es en ese tiempo y contexto que llega a nuestra ciudad, para desarrollar una “prueba piloto” en la asociación, el hermano Javier Velázquez, con el fin de ayudarnos a implementar la filosofía de ser y hacer iglesia “a la Manera de Cristo y sus Apóstoles” y el uso de los materiales y recursos de BILD.
Primero, capacitamos a todo el liderazgo de nuestra iglesia con la Guía del Líder y el libro 1 de Los Primeros Principios. Luego, ellos llevaron el manual Llegando a Ser un Discípulo a toda la congregación. Nos ayudaban la cantidad de aulas y facilidades de las instalaciones del templo, donde podían reunirse para las conversaciones socráticas unas trescientas personas como mínimo.
Aún recuerdo la lección sobre el bautismo, la conversación de la congregación fue estupenda. El caso más extremo fue el de una hermana que llevaba trece años sin ser bautizada. ¡La mayoría de los miembros pensaba que ella era miembro de la iglesia, porque ella ya estaba en la iglesia cuando ellos se convirtieron al Señor!
Ella explicó que había solicitado el bautismo en dos ocasiones y le habían indicado que debía esperar más tiempo, hasta que ya no lo intentó más. Y es que, en promedio, pasaban de dos a tres años entre la conversión de una persona y su bautismo. Usted debía aprender primero, practicar “todas las cosas que Jesús nos mandó” y luego recién estaba listo para formar parte de la membresía de la iglesia. Leer que el bautismo debe ocurrir lo más rápido posible después de la conversión, aunque parezca sencillo para muchos, era en nuestro caso un cambio de paradigma descomunal.
Y así comenzamos, paso a paso, avanzando en las series uno y dos de Los Primeros Principios, hablando del evangelio, la familia y la iglesia como una familia de familias. Y, sin darnos cuenta, las cosas empezaron a cambiar.
Lo primero que noté fue una unidad de pensamiento en torno al evangelio, estableciendo creyentes en la fe y en la expansión de la iglesia. Había un lenguaje y énfasis común en las reuniones del liderazgo y las decisiones se tomaban con mayor facilidad. Ya nadie me recordaba el reglamento, parecía no importar que hubieran quitado el viejo púlpito y puesto en su lugar un atril moderno y funcional que se adecuara a lo que se necesitara en el recinto en cada momento particular. El liderazgo comenzaba a estar unido en una visión común que ahora podían explicar y entender que provenía de los principios del Nuevo Testamento.
Aunque habían plantado varias iglesias con anterioridad y teníamos presencia en los campos que rodeaban la ciudad y los misioneros se sacrificaban llevando el evangelio hasta las áreas más remotas, antes de nuestra llegada, ahora empezábamos a poner énfasis en la plantación de iglesias en lugares estratégicos, en las áreas pobladas de la ciudad, a invertir recursos materiales en esas nuevas iglesias y, sobre todo, en dejar ir con tranquilidad a los hermanos a formar parte de esas nuevas congregaciones.
En un año, el treinta por ciento de la congregación estaba ahora en iglesias “hijas” establecidas en el norte de la ciudad, donde antes no había iglesia. No recuerdo que alguien se quejara porque eso significaba una disminución de nuestras entradas en ofrendas y en números de asistentes a nuestra sede central.
El establecimiento de los nuevos creyentes, además del que liderábamos como iglesia central, avanzando por las series de Los Primeros Principios, comenzaba también a ser espontáneo. Me refiero a que algunos, por su propia iniciativa, comenzaban a establecer a sus vecinos convertidos en la fe, incluso a las personas mayores que no podían salir de su casa o ir a la reunión. Les compartían lo que habían recibido; y así, teníamos varios procesos ocurriendo simultáneamente, más personas llegando a la fe, más bautizos y más personas añadidas a la iglesia.
Ya no pensábamos solo en términos de iglesia, sino que comenzamos a pensar en términos de red de iglesias. Nuestros misioneros, aunque sus iglesias eran reconocidas por la asociación como iglesias constiuídas, continúan en contacto con nosotros; reciben entrenamiento periódicamente, se les ayuda con recursos materiales a la medida de las posibilidades y reciben consejo sobre aquellas situaciones pastorales que les son difíciles de tratar.
Una iglesia de ciento veinte y siete años es un largo viaje que correr y descorrer. Aún queda mucho por hacer y adecuarnos al nuevo paradigma emergente en el sur global. Pero en estos días pensaba en cuánto ha aportado La Gran Estrategia, sus líderes y los recursos que proveen a mi forma de pensar, y cómo yo mismo he cambiado y crecido para bien.
Agradezco a nuestro buen Dios por lo que el Espíritu Santo ha estado haciendo en medio de nosotros en estos últimos diez años. Y, en tal sentido, el haber lanzado en mayo de este año un Programa de Capacitación y Entrenamiento para Plantadores de Iglesias con el aval de la Asociación, en convenio con La Gran Estrategia y el Seminario Teológico de la Iglesia Bautista de Cuba Oriental, del cual tengo el honor de ser Rector, es un logro muy significativo que, sin duda, marcará un hito en la forma de ser y hacer iglesia en nuestra amada Cuba, para la gloria de nuestro Señor Jesucristo.
En el collage de fotos aparecen: arriba a la derecha, una imagen de la Plaza Central de Santiago de Cuba; debajo de ella, la congregación actual de la Iglesia en Guantánamo que el Rev Joel Gutiérrez preside; luego, la última iglesia en casa plantada en El Jobito (zona rural e intrincada de Guantánamo). Arriba a la izquierda, portada del folleto informativo del Programa de Capacitación y Entrenamiento para Plantadores de Iglesias, iniciado en mayo 2025, en Convenio entre La Gan Estrategia y el Seminario Teológico Bautista de Cuba Oriental, con el aval de la Convención Bautista de Cuba Oriental. Y debajo de ella, el grupo inicial de Plantadores de Iglesias en Capacitación y Entrenamiento con el Rector Joel Gutiérrez, acompañados de Javier Velásquez y Julio César Lugo, que viajaron para dar inicio al programa.