Ser y Hacer Iglesia en Tiempos de Pandemia
– por Tito Campos Núñez
Samborondón es el quinto cantón más poblado de la provincia del Guayas en el Ecuador, y forma parte de la zona metropolitana de la gran ciudad de Guayaquil. Su actividad económica, comercial y social está fuertemente ligada a ella, siendo considerada por su proximidad como “ciudad dormitorio”.
Todos nosotros fuimos testigos del cuadro dramático que tuvo lugar en Guayaquil, cuando la gente empezaba a morir en las calles y a abandonar sus viviendas, dejando a sus familiares muertos en el interior. Escenas trágicas que graficaban la impotencia, el dolor y el temor que hacía presa de sus ciudadanos.
El reto de ser y hacer iglesia para la Alianza de Samborondón era verdaderamente un serio desafío. Aquí, el testimonio de Tito Campos, pastor local.
Entender el paradigma de hacer las cosas “a la manera de Cristo y sus Apóstoles”, y ponerlo en práctica, es un proceso que demanda mandar a cero muchos de los conceptos aprendidos –por no decir todos–, pues rehacer el concepto de Iglesia implicará desechar aquel aprendizaje que ha generado caos, divisiones por pugnas de poder y aún doctrinas malsanas, que han alejado a las personas de Cristo en vez de acercarlas.
Dentro de la dinámica de la Iglesia Alianza en Samborondón, comenzamos a relacionarnos con el Paradigma de La Gran Estrategia desde hace doce años, y empezamos a preparar a la primera generación de maestros desde hace cuatro. Desde entonces, pudimos abrir los ojos a la emergente necesidad de desechar patrones tradicionales de cómo hacer iglesia, e inclusive desechar “hermenéuticas sistemáticas” para abrazar todo aquello que una sana teología bíblica nos puede ofrecer.
Este cambio moldeó la forma de los sermones y de la enseñanza, permitió el aterrizar de la doctrina a la práctica, y conformar una mente más lógica y más racional alrededor de las Escrituras, que responda a las dudas de una comunidad demandante como la que atendemos.
El énfasis en la gracia de Dios y el plan de Dios para su Iglesia nos cambió la perspectiva, y lo sigue haciendo hasta el día de hoy.
Desde el púlpito se comenzó a deconstruir definiciones tradicionales de iglesia, adoración, evangelismo, interpretación bíblica, familia, comunidad, servicio, relación con los no creyentes, política, entre otras cosas; no ha habido categoría en la cual un acercamiento desde la Sana Doctrina (y no nos referimos a una declaración de fe según la denominación) no nos haya dado una sabia y aplicable respuesta.
La Emergencia Nacional, ocasionada por el violento contagio del Corona Virus (Covid-19), fue la prueba de fuego para poner en práctica todos los conceptos de La Gran Estrategia y de Los Primeros Principios.
Es menester mencionar que el cantón de Samborondón está ubicado junto a la ciudad de Guayaquil, y que los eventos de una ciudad afectan a la otra, puesto que mucha gente que trabaja en Guayaquil vive en los cantones adyacentes, como Samborondón, Daule y Durán. Fue el lunes 16 de marzo del presente año que el presidente Moreno decretó el “Estado de Excepción” (militares y policía controlando el orden público junto con la cuarentena), y en el lapso de los siguientes dos meses las muertes, solo en Guayaquil, ascendieron a 8000 personas por encima del promedio de fallecidos del año anterior.
La Iglesia Alianza Samborondón inmediatamente se respaldó en las comunidades base que previamente existían, los equipos de maestros y líderes de las iglesias en casa mantuvieron la cohesión y el cuidado de sus grupos de manera virtual, día a día, con llamadas y mensajería virtual. Los “equipos de maestros”, que es como los llamamos ahora, y son los que para el 2021 serán considerados ancianos locales, sirvieron además como centros de información para nosotros, el equipo pastoral; puesto que cada uno de ellos se desenvuelve en distintas áreas comerciales y de servicios, tanto públicos como privados. De ellos recibíamos la información del estado de nuestros grupos, proveniente de Hospitales, Seguridad Ciudadana, Farmacéuticas, Bomberos, Cementerios, Unidades Educativas, etc.; lo que nos permitió estar un paso más adelante al momento de diseñar estrategias para sustentar el corazón de la comunidad, pese a la cuarentena, toques de queda y restricciones de movilidad.
Aprendimos de algunas empresas la realización de reuniones de trabajo mediante el uso de la plataforma Zoom, y desde el inicio de la cuarentena arrancó nuestro uso de redes sociales con más fuerza, a causa del encierro. Se programaron las temáticas de acuerdo a lo que día a día recibíamos como información interna y a través de los medios de comunicación. Se ideó un acercamiento integral: cómo lidiar con la ansiedad del encierro, cómo lidiar con los niños en el encierro. Se marcó desde el principio que la meta era –y sigue siendo para este año– “sobrevivir”; sin contar que confrontamos a los comentarios triunfalistas de otros pastores, quienes aseguraban que “a los creyentes en Cristo Jesús no les pasaría nada”.
No tuvimos víctimas directas, es decir, de personas que se congregaran con nosotros, pero sí tuvimos hermanos de la congregación que perdieron padres o abuelos. Llegó el tiempo en que la curva de muertos ascendió geométricamente, y los contenidos de las redes cambiaron inmediatamente: cómo despedirte de alguien que ha fallecido, siendo que la última vez que lo viste fue cuando lo ingresaste al hospital público; cómo sobrellevar el duelo en situaciones de emergencia; cómo entender la protección divina en situaciones así. De igual manera, los grupos de Casas-Iglesia (grupos de Antioquía, como los llamamos nosotros), sirvieron como centros de recursos para recibir información actualizada importante: para saber dónde encontrar médicos, para saber dónde internar enfermos, o qué medicinas comprar o a qué especialista acudir. Además de eso, se dio libertad a los maestros para que abrieran otros grupos, puesto que la necesidad era rampante: grupos de oración, grupos de crecimiento para acoger a aquellos que se relacionaban con nosotros vía redes sociales.
Dos temas que sí se centralizaron fueron la cadena de oración, para darle un sentido de cohesión a toda la congregación, y la de la información de necesidades (enfermos por covid19, otros enfermos agravados por no recibir atención medica, familias que no encontraban el cuerpo de sus fallecidos, pérdidas de trabajo por el cierre o quiebre de empresas). El tener esta información de primera mano nos ayudó a las pequeñas redes a recolectar fondos, acompañar a los dolidos y hacer seguimiento, según la filosofía de cuidado pastoral. El otro tema que se manejó centralizadamente, fue tener una Línea de Apoyo, pues contamos con el aporte de una hermana psicóloga que se ofreció a atender 24/7 a quienes deriváramos a su consulta de manera gratuita. El contacto se difundió mediante las redes sociales y los maestros de cada grupo, para derivar a aquellos que ameritaban otro tipo de acercamiento más especializado.
Como dentro del paradigma apostólico, la formación de los creyentes está a cargo de la familia, aquellos que conforman el ministerio de niños y adolescentes comenzaron a desarrollar recursos para que sean ejecutados con los padres dentro de las casas, de esta manera los padres se comenzaron a hacerse más responsables de la educación cristiana de sus hijos.
Dado que el encierro y el manejo de políticas de protección con los “semáforos” comenzaron a generar tensiones dentro de casa, se trabajó la enseñanza con los textos de familia de las cartas paulinas desde las charlas dominicales; puesto que los que conservaron su trabajo tienen tele-trabajo, y deben aparte estar pendientes de la tele-educación de sus hijos en edad escolar, los quehaceres de casa y la formación espiritual de su familia. Consejerías se están manejando a niveles de redes, y a los pastores llegan los casos un poco más complejos.
Esta experiencia ha sido como guiar un barco en medio de tormentas, pero en medio de todo, entender “La Manera de Cristo y sus Apóstoles” nos ha dado luces y nos ha permitido expandirnos. En la actualidad 260 personas se están entrenando en los Primeros Principios en los grupos de Antioquía; y un poco más de 200 están en grupos de crecimiento, que son para aquellos que recién se inician en la fe; inclusive estamos discipulando personas de otras ciudades (Durán, Milagro, La Troncal, Quito). Se agregaron 8 nuevos grupos con personas captadas por el trabajo en línea, la celebración de la Santa Cena, ya sea en transmisión vía redes o en los grupos de Zoom, ha creado un sentido de pertenencia y dependencia de unos a otros; pues nos hemos preocupado que ninguno tenga necesidad de nada, sino que cada uno damos de lo que tenemos para cubrir lo faltante, teniendo las cosas en común.
Hoy estamos frente al reto de crear un campus virtual, mas aún cuando Guayaquil y Samborondón se mantendrán con algunas restricciones propias del “semáforo amarillo”, y siendo que muchas instancias creadas durante la pandemia permanecerán así hasta mediados del próximo 2021.
Oramos por que todas las iglesias puedan experimentar la bendición en la cual Dios transformó la pandemia: una sola fe, un solo sentir, cohesión, unidad, dependencia y cuidado mutuo… como nunca antes lo habíamos experimentado.