LAS IGLESIAS COMO UNA RED

De Grupos Pequeños a Iglesias en Casas (II Parte)

– por Félix Abreu

 

Introducción

En la primera parte presenté los primeros pasos en este proceso de transición: de grupos pequeños a Iglesias en casas. Espero que el mismo haya sido de ayuda para los que están sedientos de ver un poderoso movimiento de iglesias en sus ciudades, aldeas y pueblos. En esta segunda entrega me enfocaré en la experiencia que Dios nos está permitiendo vivir al hacer la transición  de una iglesia centrada en el edificio o templo a una red de iglesias. Una red de iglesias que funcionan como una gran familia de familias operando en red con un enfoque o ADN misional común, dejando fuera las restrictivas estructuras de una iglesia institucional. Nuestra meta es crear un poderoso movimiento en red que se parezca a lo que encontramos en el libro de los Hechos de los Apóstoles y las iglesias establecidas por Pablo y su equipo, que encontramos en sus cartas.

 

Estructura en red

Con la aparición de las redes de internet y más recientemente las redes sociales, el mundo ha dado un salto gigantesco. Las distancias entre lo local y lo global ahora se han disminuido y el desafío es pensar globalmente y actuar localmente. Recientemente ha surgido la palabra “glocal” que expresa ambas realidades. De manera que la estructura en red contempla tanto lo local (todas las conexiones posibles entre sus nodos) como lo global (todas las conexiones entre redes conexas, convirtiéndose en una red compleja). Nuestras iglesias están conectadas a través de una red como se observa en el siguiente gráfico.

Cada iglesia hogareña contiene el mismo ADN[1] de toda la red. En el lenguaje de redes es un “nodo”,[2] con todas las caracteristicas de la red. No todos los nodos tienen que ser iguales pero sí ser portadores del ADN de la red. Las iglesias se conectan una con otra de muchas maneras, como son: el liderazgo, tanto sodal como modal; actividades con las iglesias más cercanas, actividades por grupos de iglesias de una area (clúster)[3] o actividades de toda la red (hub)[4]. Todos estos términos pueden confundir y no es el propósito de un servidor. Los utilizo en este documento para que puedan entender la poderosa dinámica que se generan a través de una estructura de red. He colocado notas de pie de la página para que sean más entendibles. De hecho, a juicio de Albert Lázló Barabási en su libro Linked, y cito: “Pablo fue un maestro de los vínculos sociales y religiosos del primer siglo, la única red que, a principios de la era moderna, podía llevar y difundir una fe”. El mismo autor comenta que ninguno de ellos comprendió del todo las fuerzas que les ayudaron en su tarea misionera. Después de casi 2000 años estamos haciendo los primeros avances para entender qué hizo que Pablo tuviera éxito. “Ahora sabemos que la respuesta se encuentra tanto en la estructura y topología de las redes en las que operaban como en su habilidad para navegar por ellas”. 

La estructura en red y el individualismo occidental

La iglesia como casi todo el quehacer permeado por la cultura occidental se ha encaminado a un preocupante y peligroso individualismo. Somos personas individuales sin duda alguna, de manera que la individualidad no es mala en sí misma pero el individualismo como lo vivimos hoy es más negativo que positivo. La iglesia que funciona como una familia de familias tiene en su ADN el vivir en comunidad, ser una gran familia. La estructura en red potencializa mucho más el vivir en comunidad, conectados como familias, en todas las iglesias hasta llegar a toda la red. Al leer el libro de los Hechos de los Apóstoles y las cartas del Nuevo Testamento, encontramos que estas enfatizan la vida en común, el vivir conectado unos con otros. Más de cincuenta veces encontramos “unos a otros” en el Nuevo Testamento.

La realidad que experimentamos con mucha frecuencia es que las iglesias funcionan como pequeñas islas, desconectadas de las demás iglesias, de su cultura y de la sociedad. Una mirada interna de las iglesias nos muestra la desconexión reinante. Los miembros se quejan de no estar conectados, de “grupismos”… los líderes se quejan de la soledad, de la falta de cooperación de los miembros, de que pocos sirven hasta llegar al agotamiento mientras la mayoría consume pasivamente. Si miramos el paradigma eclesiástico occidental es posible que encontremos grietas que profundizan el problema en lugar de proveer una solución bíblica y contextual. Solo quiero mencionar el énfasis en el profesionalismo del liderazgo que lleva a los demás a sentirse que ellos jamás pueden hacer el ministerio. Los pastores, los músicos, los evangelistas… son profesionales que semana a semana sirven a un ejercito de hombres y mujeres que pasivamente consumen el trabajo de los profesionales. Desde mi punto de vista, esta estructura conduce a resultados que se alejan del diseño de Dios para la iglesia. Este profesionalismo ha creado una fragmentación entre los profesionales y el resto del pueblo de Dios. La estructura en red podría resolver este problema, siempre que implementemos las dinámicas de una red en toda su dimensión.

Toda la red y no solo piezas desconectadas

 En la primera parte de este documento presenté una definición de lo que implicaba la palabra Ekklesia para el mundo de Pablo. Los escritos paulinos se refieren a la iglesia en una casa, en una ciudad, en una región, hasta la iglesia en todas partes y en todo tiempo. Cuando vemos le estructura en red, entonces comprendemos mucho mejor la arquitectura de la compleja red de las iglesias primitivas: nodos (iglesias) a clúster (pequeña red de iglesias en una zona geográfica o en una ciudad) a centro conectores (ciudades estratégicas) a hub (red compleja conducida por los líderes paulinos).

La Red Bendición (RB)

Como iglesias estamos desarrollando por los últimos siete años una estructura en red. Inspirados por el ministerio del apóstol Pablo consideramos que tanto el libro de los Hechos como las cartas dirigidas a las iglesias establecidas por Pablo y su equipo nos dan la arquitectura que las iglesias deben seguir en cualquier época. ¿Cómo lo hizo Pablo? Es una excelente pregunta y sin lugar a dudas es difícil de responder. Sin embargo, encontramos elementos dignos de considerar, como son: un equipo que viajaba entre las iglesias plantadas en procura de establecerlas, cartas escritas para ayudar a establecer las iglesias, estableció prácticas comunes para que todas las comunidades de fe las pusieran en práctica y hasta utilizó las necesidades económicas para recolectar ofrendas entre las iglesias para apoyarse mutuamente. Estos elementos dieron forma a una estructura de red, ellos se sentían parte de una gran familia de hermanos en todo el imperio romano.

Al estudiar el mundo de las iglesias establecidas por Pablo encuentro prácticas que son normativas para las iglesias de hoy y que nos hemos tomado muy en serio en la Red Bendición. Entre estas prácticas se encuentran:

1. La clave de desarrollar líderes en todos los niveles. Líderes para pastorear las iglesias, para supervisarlas y cuidar de iglesias bajo su supervisión y líderes para cuidar de toda la red.
2. La importancia de establecer las iglesias sólidamente en la doctrina de los apóstoles.
3. Desarrollar centro de recursos centrales para que sirvan de manera estratégica y eficiente a toda la red.
4. Colocar el evangelio en el centro de nuestras vidas haciéndolo viral. “haciendo que el evangelio viaje como un virus. Lo estornudas y luego lo pasas de una persona a otra a través de otros estornudos. Lo único que necesitas es que se den las condiciones idóneas y las relaciones apropiadas para el estornudo[5].

 

Conclusión:

Establecer y estructurar una red de iglesias es un proceso que toma mucho tiempo y energía. Sin embargo, es posible lograrlo, siempre que entendamos como funcionan las redes. En los últimos años he leído y enseñado muchas veces tanto el libro de los Hechos como las cartas paulinas, en procura de entender las claves para que las iglesias de los primeros siglos pusieran al imperio romanos patas para arriba. Lucas dice en Hechos 19:6 “Estos que han trastornado al mundo”. Una red de iglesias como un gran movimiento del evangelio que trastorna la ciudad y el país con un mensaje revolucionario que cambia las estructuras de pecado y oscuridad. En palabras del apóstol Pablo al escribir a los hermanos de Tesalónica: “Porque saliendo de vosotros, la palabra del Señor ha resonado, no solo en Macedonia y Acaya, sino que también por todas partes vuestra fe en Dios se ha divulgado, de modo que nosotros no tenemos necesidad de hablar nada” (1 Tes. 1:8 – LBLA). Un evangelio que se convierte en un mensaje viral que cambia todo y empodera a toda la iglesia para trastornar o alcanzar con ese virus a todos con los que se relacionan. Qué poderosa analogía nos regala el Señor en estos momentos del Covid-19. El evangelio sí cambia, sí transforma, sí contagia; pero necesita que la iglesia como una ideavirus[6] lleve el poderoso virus que inocule a todos a nuestro alrededor con su poderoso poder transformador.

 

Notas:

1. El ADN almacena y transmite de generación en generación toda la información indispensable para el desarrollo de las funciones biológicas de un organismo. Aplicado a la iglesia, contiene los valores y la cultura bíblica que cada generación utiliza para avanzar en la comisión dada por Dios.
2. Este termino tiene muchas definiciones dependiendo del campo a considerar. Si lo consideramos en una red de iglesias es el punto mas pequeño de la red. En nuestra red de iglesias, un nodo es una iglesia hogareña compuesta por 15-30 personas.
3. Para nuestra red de Iglesias, es un grupo de iglesias en una zona geográfica específica que se conecta de manera estratégica. Están dirigidos por ancianos o pastores.
4. Utilizamos esta palabra para toda la red. El hub o la red, conecta todos los clústeres que a su vez conectan todos los nodos.
5. Alan Hirsch. Caminos Olvidados, p.254.
6. Un ideavirus es una idea que se propaga a través de varias redes como Internet y crece rápidamente dentro de una población objetivo. Suele proceder de una sola persona. El término ideavirus fue acuñado por el vendedor Seth Godin en su libro “Unleashing el Ideavirus”.