LA DINÁMICA DEL FUNCIONAMIENTO DE LAS IGLESIAS DEL NUEVO TESTAMENTO
– por Julio C. Lugo
A la luz de lo que acabamos de referir en el punto anterior [Véase el artículo anterior en este Blog: La Dinámica del Iglecremiento de las Iglesias del Nuevo Testamento], donde se describe la efectividad y eficacia de la iglesia primitiva, conviene esclarecer algunos aspectos fundamentales que la caracterizaron, a fin de tomar nota de estos elementos clave y considerar su relevancia para nuestro tiempo.
En principio, hemos de decir que no se trató de una sola iglesia, sino más bien de una red de iglesias, y, particularmente, de iglesias en casa.
Véase a continuación el siguiente listado referencial (adaptado de Simson, 2003, p.105), que evidencia bíblicamente que los cristianos se reunían regularmente en los hogares:
- Hechos 2:46: “Y perseveraron unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón”.
- Hechos 5:42: “Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo”.
- Hechos 8:3: “Y Saulo asolaba la iglesia, y entrando casa por casa, arrastraba a hombres y a mujeres, y los entregaba en la cárcel”.
- Hechos 9:11: “Y el Señor le dijo: Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso”.
- Hechos 12:12: “Y habiendo considerado esto, llegó a casa de María la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban reunidos orando”.
- Hechos 16:40: “Entonces, saliendo de la cárcel, entraron en casa de Lidia, y habiendo visto a los hermanos, los consolaron y se fueron”.
- Hechos 18:7: “Y saliendo de allí, se fue a la casa de uno llamado Justo, temeroso de Dios, la cual estaba junto a la sinagoga”.
- Hechos 20:20: “Y como nada que fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñaros, públicamente y por las casas”.
- Hechos 21:8: “Al otro día, saliendo Pablo y los que con él estábamos, fuimos a Cesarea; y entrando en casa de Felipe el evangelista, que era uno de los siete, posamos con él”.
- Romanos 16:5: “Saludad también a la iglesia de su casa. Saludad a Epeneto, amado mío, que es el primer fruto de Acaya para Cristo”.
- 1 Corintios 16:19: “Las iglesias de Asia os saludan. Aquila y Priscila, con la iglesia que está en su casa, os saludan mucho en el Señor”.
- Colosenses 4:15: “Saludad a los hermanos que están en Laodicea, y a Ninfas y a la iglesia que está en su casa”.
- Filemón 2: “Y a la amada hermana Apia, y a Arquipo nuestro compañero de milicia, y a la iglesia que está en su casa”.
La historia de este fatal alejamiento la refiere particularmente Simson (2003), y conviene aquí citarla textualmente:
Cuando el Emperador Constantino se convirtió al cristianismo en el año 312 d.C., y en su Edicto de Milán hizo del cristianismo la religión del estado, los creyentes, cansados por siglos de persecución le proclamaron como un salvador, se relajaron y experimentaron el que fuera probablemente el mayor descarrilamiento de la historia. Después del 312; en la iglesia se hizo algo muy profesionalizado: se aprobaba a los sacerdotes y se les “autorizaba” a celebrar bodas y otras funciones religiosas de forma pública cada vez más profesional, y la iglesia experimentó la dudosa bendición de equiparse con una casta mediadora entre sí y Dios. De esta forma, no solo surgió la gran división entre el clero y los laicos, sino que fue aprobada, institucionalizada, sellada y protegida por el estado, un error que ha costado la vida de millones de mártires hasta el día de hoy, asesinados a manos de soldados seculares instigados por los defensores del cristianismo “organizado y registrado apropiadamente”.
En todo este proceso resalta un hecho muy particular: en el año 380 los obispos Teodosio y Graciano ordenaron que solo debía haber una iglesia ortodoxa reconocida por el estado y una sola norma de fe, el dogma ortodoxo. Se obligó a cada ciudadano romano a hacerse miembro y aceptar la creencia en la “lex fidei”, la ley de la fe. Se prohibió cualquier otro grupo o movimiento, incluyendo a los que se reunían en hogares. Esto significó el final legal de las iglesias en las casas. Pero, a partir de 380, empezar una iglesia en una casa significaba que se estaba quebrantando la ley y te convertía en un criminal. Había comenzado una nueva era: la persecución de la iglesia en el nombre de la “iglesia”. (p.77)
- Se reunían con el propósito de observar la Cena del Señor, término usado para simbolizar a toda la reunión.
- Antes de la comida partían el pan como símbolo del cuerpo de Cristo que fue partido y el Nuevo Pacto, que ahora era operacional con las iglesias de Cristo.
- La comida, aunque en esencia era una comida de benefacción para los pobres, no era el tema principal pero era central para la comunión y la atmósfera familiar (hogares) de las reuniones.
- La comida también sirvió para formar un solo pensamiento en el grupo, fomentado la armonía familiar por la experiencia, haciendo así que sus corazones se unan entre sí y ante Dios mientras participaban en el diálogo en torno a la Palabra profética.
- Cada persona debía considerar traer una contribución a la reunión: la enseñanza o la exhortación de la Palabra, cantos, himnos, canciones espirituales, etc.
- Se debía tener orden en el tiempo, y estar bajo el control de los líderes designados.
- Los líderes usaban el tiempo para la comunicación de las inquietudes a la iglesia y a la red de iglesias o para la comunicación de los ministros del evangelio que trabajaban para el progreso del evangelio (Hechos 20:1 – 7).
- La reunión estaba abierta a otros fuera de la iglesia local.
La comida era central en estas reuniones pequeñas y simples que sustentaron la expansión espontánea de la Iglesia Primitiva –un concepto que empezó en Hechos 2:42 con la comunión y la partición del “pan de casa en las casas”. El concepto de la comida se desarrolló plenamente en la instrucción de Pablo sobre la “Cena del Señor” a todas las iglesias –lo que constituyó la particular marca distintiva de las iglesias a nivel mundial (Reed, 2017a, pp.55 y 58).
La celebración de la Cena del Señor era el elemento kerigmático por excelencia en cada una de las reuniones de las iglesias en los hogares. Tal como el propio Señor Jesucristo explicó y el apóstol Pablo había indicado que fuera (Mt. 26:26-28 y 1 Cor. 11:26), la iglesia cristiana “partía el pan de casa en las casas, y comían juntos con alegría y sencillez de corazón” (Hch 2:46 BTX).
Así es que, hablando de su funcionamiento al interior de ellas mismas, las iglesias en casa operaban como una reunión amical, no formal (tampoco del todo informal), completamente ajena al ritual del culto contemporáneo al que estamos acostumbrados a ver y participar.
Banks (2011) nos provee de información detallada y amplia respecto de cómo era la vida de la iglesia en el primer siglo. En base a ella podemos afirmar que ir a la iglesia en el primer siglo era como ir a visitar la casa de unos amigos, para departir y compartir con ellos un tiempo realmente significativo, alrededor de la Cena del Señor y la Escritura, disfrutando juntos una comida sencilla, en compañía de otros amigos e invitados especiales u ocasionales.
Este funcionamiento sencillo al interior de las iglesias en casa no debe llevarnos a pensar que aquí se trata simplemente de abandonar lo complejo del paradigma eclesiástico en el que estamos envueltos. Las iglesias en casa estaban, es cierto, estructuradas hacia el interior de ellas mismas de manera sencilla, guiadas por un liderazgo pastoral nativo. Pero, al exterior de ellas mismas, en cuanto a su contexto local y proyección, eran parte de redes complejas de organización.
Para comprender la dimensión de la red de las iglesias primitivas, debemos en principio entender que los hogares–iglesia se agruparon en y alrededor de ciudades estratégicas. Hechos nos da la arquitectura de la red, y las Epístolas nos dan muchos más “detalles cualitativos” (Reed, 2017a, p.74). Con esta información, podemos analizar cómo estaba estructurada la red de iglesias.
Antioquía, Éfeso y Roma fungieron como tres grandes centros en el desarrollo de la iglesia del primer siglo, lo cual se evidencia plenamente en los relatos de los viajes misioneros de Pablo.
El cristianismo salió del seno de la iglesia madre y las áreas circundantes de Judea, Samaria y Galilea y se estableció en una ciudad helenista principal. De muchas maneras, este fue el primer movimiento principal para llevar el evangelio a otra cultura. (Patzia, 2001, p.99)
Éfeso. Sabemos por el relato de Hechos (Hch. 19:10) que Pablo pasó de dos a tres años de su vida y ministerio allí, usando la escuela de un tal Tirano como plataforma para su enseñanza. Como resultado de ello, varias iglesias se establecieron en los alrededores (Patzia, 2001, pp.122-131). La amplia investigación existente (Trebilco, 2007) ha logrado establecer que hubo una serie de hogares-iglesia en Éfeso, bajo una cierta clase de organización. Fue la tercera capital del cristianismo, con una población de un cuarto de millón de habitantes en tiempos del apóstol Pablo, y la sede de la iglesia más influyente del mundo hacia finales del primer siglo, que fungía con un centro estratégico conector en y entre la red de iglesias en aquel entonces (Trebilco, pp.11-18).
Roma. En cierto modo, la ciudad fue el “gran centro conector” en el Imperio Romano. Roma constituyó un destino especial en la estrategia de Pablo, pero fue también el lugar de establecimiento de un grupo de redes de iglesias en casa, aunque Pablo se dirigiera a ellas como una única iglesia.
La investigación convencional ha visto tradicionalmente tres hogares–iglesias, pero la asombrosa investigación de Lampe en su libro From Paul to Valentinus: Christians at Rome in the First Two Centuries, presenta un ejemplo convincente de que hubo siete islas del cristianismo, quizás ocho, en el tiempo en que Pablo escribió su carta a los Romanos a fines de noviembre, 56 A.D. (Reed, 2017a, p.80)
Todo este escenario configura una realidad mucho más compleja de lo que habitualmente suponemos y de lo que, erradamente, la sencillez del funcionamiento básico de las casas-iglesia nos podría llevar a pensar.
Como señala Barabási (2002), “Pablo fue un maestro de los vínculos religiosos y sociales del primer siglo, la única red al principio de la era moderna que pudo llevar y expandir una fe” (p.5). A pesar de no ocuparse en su libro del tema que aquí se está tratando, sino de aprender a ver a la sociedad como una red social compleja y comprender la pequeñez de este gran mundo en el que vivimos, él afirma que el lector al final llegará a entender cómo y por qué Pablo tuvo éxito, y cómo, a pesar de ciertas diferencias obvias, su contexto social fue similar al que experimentamos hoy en día. No es de extrañar, entonces, que cuanto más nos acerquemos a una estructura eclesiástica en red, no solo nos acercaremos más a las estructuras del pueblo de Dios en el Nuevo Testamento, sino que nos daremos cuenta de que estaremos más cerca también de nuestra verdadera expresión de ecclesia (Hirsch, 2017, p.242), y no meramente usando terminología o métodos actuales.
La iglesia congregacional se convirtió en una “mentira estructural”, porque pinta el mensaje correcto con los colores equivocados, mete el material correcto en formas erróneas, vierte el agua de vida en botellas contaminadas, toma a los pecadores redimidos y les moldea en una especie inofensiva de amables asistentes a la iglesia y participantes en programas. Hace promesas celestiales, pero no las entrega en la tierra. Se olvidó de enfocarse en la familia como el bloque de construcción del cristianismo, y se contentó con sentarse en templos religiosos, más o menos ornamentados, recitando fórmulas de adoración en su pequeña pero sólida parcela de cielo en la tierra. No es extraño que la sociedad en general siguiera a la iglesia en este proceso, y comenzara a perder también el enfoque en la familia.
Resumiendo, la iglesia congregacional se convirtió en una estructura que se destruye a sí misma, es su propio obstáculo, que crea los problemas que trata de resolver, frustrando y quebrando los corazones de millones de personas que han buscado a Dios y han encontrado una iglesia de tipo congregacional, una caricatura de la familia sobrenatural de Dios en la tierra. (Simson, 2003, p.55)
[CONTINUARÁ]
NOTA:
El presente artículo es un extracto del trabajo presentado por el autor, Julio C. Lugo, bajo el título: “Modelo Inspirado en el Libro de Los Hechos Sobre Plantación de Iglesias en los Tiempos Modernos”. (http://repositorio.usel.edu.pe/handle/REPO_USEL/212). Usado con permiso.